Tener sexo y hacer el amor

Mientras la sociedad, cultura y sistema de nuestro hemisferio occidental induce hoy al individuo hacia la concentración del conocimiento o especialización, solemniza el monoteismo y monogamia además de inducir al ostracismo con el nuevo aliento de culto a la personalidad e individualismo la propia naturaleza del ser humano va en sentido contrario, tiene otras prioridades que surgen de sus primitivas entrañas, estas evidentes contradicciones generan cuestiones personales, íntimas discordancias de la psiquis en el ser, tanto de orden moral como organico

Las relaciónes de una pareja heterosexual (hoy debemos precisarlo) perdura con solvencia si consigue mantener una dinámica constante, a través de esta práctica el vínculo encuentre un correcto sentido y asimila fortaleza para afianzar el destino de ambos juntos. La monotonía, repetición o estancamiento promueve el quiebre de la conexión, estimula saturación o hasta hartazgo, elementos de disociación que pueden dañar en gran medida la estabilidad del nexo existente 

El varón y la mujer aportan a la relación sus vivencias de infancia o historia de vida, las costumbres familiares y sociales, la erudición alcanzada, exitos y fracasos sin embargo juntos agregan fáctores que surgen de la relación y afirman o enriquecen la misma

El sexo ocupa y ejerce una de las mayores influencias para la consecución de la unión, la persistencia del enlace tiene directa relación con el comportamiento sexual que juntos elaboran, aunque la juventud aporta mayores elementos de orden cuantitativo la madurez concentra su desarrollo en los cualitativos, estar consciente de su propia realidad como saber manejar y dominar nuestros instintos es vital para acercarnos al ser racional que nos pretendemos proclamar sin embargo el uso oportuno y adecuado de nuestros impulsos aporta grandes beneficios al rol dinámico que la sexualidad de una relación exige

Hacer el amor y tener sexo no comparten el mismo significado, tampoco implican similares acciones  y menos otorgan resultados semejantes, por lo general durante el acto se ejecutan los dos conceptos, la mayoría de veces como reflejo automático de los instintos que surgen en el momento o la vigencia de coyunturas personales. Merecen respeto aquellas parejas o individuos que tienen control suficiente para ejercer el control de sus cuerpos para ofrecer cada vez rendimientos sexuales aprobatorios, satisfactorios o destacados, que en cada oportunidad ambos puedan conducirse hacia elevados resultados o uno de ellos llevar a su pareja con destreza y gozo desde un tierno erotismo con dulce sensualidad a momentos cargados de energía  lujuriosa o efervescencia muscular.



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