NUEVER

Solía soñar despierto iluminando fantasías vinculadas al sexo con actrices internacionales de características parecidas. Cuando era adolescente llenaba mi dosis de lujuria con el estereotipo de niña mujer, patrón que sin reparo hasta hoy sigue siendo un fetiche inalterable. En la década de los sesenta y setenta jóvenes mujeres de corta estatura, aparente fragilidad e inocente dulzura dominaban el espectro artístico internacional y también el turbulento libido de este mozo. Estas ninfas de contextura delgada, rasgos juveniles y comportamiento candoroso aunque enquistadas en cuerpos firmes de figura sensual y sinuosas curvas me estimulaban perturbadoras sensaciones, si agregamos el natural desenfado, actitud de provocación y la sutil malicia que siempre ellas revelaban era imposible no rendirse ante ellas.  Fui plasmando estos lascivos pensamientos con musas que se fueron renovando cuando la natural dinámica de sus vidas o el paso de los años traslada a las dueñas de mis entelequi