Marco Antonio

En los inicios de la década de los ochentas del siglo anterior terminaba mi relación laboral con una empresa dedicada a la fabricación de alimentos balanceados para aves, la quiebra de la misma por errores estrategicos de la gerencia provocó que pierda el trabajo junto a más de cien personas entre obreros y empleados. En mi area las labores diarias no tenían descanso, era normal hacerlo domingos y feriados, en navidad o año nuevo. La actividad era frenética y nos mantenía ocupados por lo menos 18 de las 24 horas de cada día. 
la comercialización de aves implicaba visitar a media noche las granjas asociadas para la venta de sus pollos, durante la madrugada la visita a los centros de acopio con el fin de evaluar el mercado, la oferta y demanda como también los resultados de nuestros clientes. De ahí a la oficina para cumplir el respectivo horario, generar el informe diario de ventas, efectuar las cobranzas y preparar la comercialización del siguiente día. Cada 24 horas se repetía esta secuencia con el marcado impulso y decisión del ingeniero jefe del area cuya regularidad y esfuerzo nos empujaba, obligaba a dar lo mejor de cada uno de nosotros. Fueron tiempos duros aunque bien remunerados y una magnifica ocasión para adquirir experiencia, responsabilidad y medir la capacidad del organismo ante estos retos extremos.

Tuve la suerte de reinsertarme con suma rapidez en el campo laboral y mayor fortuna para aprender mis nuevas responsabilidades al pasar de un centro de trabajo de un ritmo tan exigente a otro mas bien burocrático y pausado. Fue en esta nueva empresa donde tuve la oportunidad de conocer a Marco Antonio, su gestión en la agencia de publicidad que atendía mis cuentas lo llevo a sentarse cada semana en mi oficina y plasmar e intercambiar ideas publicitarias para los productos que la marca ofrecía. La química entre nosotros fue instantanea y fue creciendo mientras nos dedicamos a este fin. Diversas campañas exitosas y la afinidad de nuestras ideas fueron afirmando y consolidando nuestra amistad. Empezamos a compartir asuntos personales, familiares y los problemas de cada uno, los consejos iban y venían con clarísima sinceridad, sin remilgos ni limitación. 
Al cabo de unos años nuestras actividades laborales nos distanciaron pero siempre mantuvimos el contacto y la misma sinceridad, lealtad como sentido de amistad. Aunque nunca llegamos a salir juntos de farra o juerga, de relacionar nuestras familias o mantener una constante cercanía la amistad, respeto y confianza entre nosotros se mantuvo al mas alto nivel.
Unos meses atrás fue la última vez que nos juntamos, conversamos por teléfono después de un par de años sin contacto y no quise perder la oportunidad de invitarlo a una parrillada familiar en mi departamento. Eramos pocas personas, mi esposa, hijos, un par de amigos y dos chiquillos amigos de los chicos. Marco llegó con la misma simpatía de siempre y casi de inmediato asumió, capto el interés de todos los presentes al compartir sus vivencias, aventuras, alegrías e infortunios. Su parlamento ameno, gracioso y emotivo encandiló, nos hizo la noche. Su pasión por los casinos y las relaciones que estableció en estos fue el tema central, las chicas que intentaban seducirlo, las que lograban entusiasmarlo y los intentos no correspondidos fueron relatados con la sinceridad que siempre tuvo y quienes recién lo conocían estaban absortos y prendidos como prendados de sus relatos, la pasamos genial. La impresión que le causó Marco Antonio a uno de nuestros amigos fue alucinante, no dejo de preguntar por él en los siguientes meses junto al deseo de compartir nuevos momentos.

Al amanecer hace tres lunes leo un mensaje de su hijo Giacomo anunciando su partida, mensaje en facebook expresado con el amor de un hijo confundido, adolorido y probablemente aún sin poder asimilarlo. Fue un golpe muy duro para mi, esa trágica noticia al amanecer golpeó y daño mi espíritu, el alma, mi serenidad. Quede en shock y necesité algunos minutos para retomar ecuanimidad. Se empaparon mis ojos pensando en la cruel realidad que nos rodea. Marco siempre estarás presente mientras yo viva, eres el tercer hermano de sangre, de corazón, del alma que pierdo en estos últimos nueve años y ahora solo me quedan poco menos que los dedos de una mano.          

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